sábado, 4 de abril de 2020

Hoy nos toca a todos hacerle caso a López-Gatell, quien me parece un personaje fundamental


Algunas veces se ha equivocado, especialmente buscando salvar a su jefe que a ratos se comporta como un insalvable. A veces sus tropezones quedan en cadena nacional (como el de la imposibilidad de contagio presidencial), repetidos hasta el exceso por quienes creen que su objetivo en la vida es dinamitar todo lo que se haga, bueno o malo. Pero es normal, si sale en todos los medios, dos veces al día, es probable que se siga equivocando.

Pero, en mi opinión, tenemos dirigiendo esta batalla a una persona tranquila, razonablemente sensata, clara y con una paciencia casi misionera ante tanto periodista troglodita que no se preocupa por averiguar nada y pregunta sandeces por décima vez o supone ser epidemiólogo cuando no sabe ni pronunciar la palabra. Y ahí está, en la línea de fuego, buscando ser empático pero firme, tolerante pero contundente, pese a que a veces la línea gubernamental se pierda en el pantano de escapularios y abrazos a deshoras. Entre otras cosas, ha logrado que el presidente no sea el vocero oficial, algo que AMLO estaba haciendo francamente mal.

Dejémoslo trabajar y, sobre todo, obedezcamos la estrategia (Señor Presidente, Usted también hágale caso). No esperemos errores para gritar “se los dije” como si en eso obtuviéramos algo, cuando si algo falla perdemos todos; no supongamos cosas que no son, pues él ya nos avisó que los siguientes meses vienen duros, que vendrán muchas muertes (hace unos días dijo que el escenario más complejo podría ser de 6,000, aunque las últimas tendencias en el mundo hacen inferir que en este país podríamos superar las 13,000 víctimas); ya nos dijo que el 75% de la población estará infectada; ya nos aclaró tanto como es posible, haciéndonos corresponsables de diluir el contagio en el tiempo. Yo creo que en este puesto tenemos a la persona adecuada.

Y López-Gatell no es perfecto y tampoco resolverá todo, no es su trabajo. Otros tienen que definir apoyos económicos y ajustes presupuestarios; otros tendrán que equipar los hospitales; otros deberán buscar incentivos fiscales o programas para apoyar a quienes no pueden irse a casa sin comer; otros tendrán que reducir labores en sus empresas; otros tendremos que quedarnos en casa, pero esa no es responsabilidad del doctor que cada mañana y cada tarde busca comprometernos sin fatalismos, busca hacer entender a esta población que casi nunca quiere entender nada, de que nos toca participar y los aciertos o errores son compartidos. El virus es nuestro, las respuestas también.

Además de ser entrenadores, chamanes, expertos en aeropuertos, técnicos en refinerías, consultores matrimoniales, descubridores de dónde está la mamá de Luis Miguel, no supongamos que también somos epidemiólogos. Obedezcamos. Por un momento, reduzcamos los ataques partidistas, vivamos entendiendo que el gobierno que tenemos ya lo tenemos y no es el momento de echarle más vinagre a las heridas. Si les gusta AMLO, perfecto; si no les gusta, tráguense un poco el odio, hoy nos toca a todos hacerle caso a López-Gatell, quien me parece un personaje fundamental. Ya luego seguimos haciéndonos pedazos.
Luis Jorge Arnau Ávila.

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