Hoy nos toca a todos hacerle caso a López-Gatell, quien me parece un personaje fundamental
Algunas veces se ha equivocado, especialmente buscando salvar
a su jefe que a ratos se comporta como un insalvable. A veces sus tropezones
quedan en cadena nacional (como el de la imposibilidad de contagio
presidencial), repetidos hasta el exceso por quienes creen que su objetivo en
la vida es dinamitar todo lo que se haga, bueno o malo. Pero es normal, si sale
en todos los medios, dos veces al día, es probable que se siga equivocando.
Pero, en mi opinión, tenemos dirigiendo esta batalla a una
persona tranquila, razonablemente sensata, clara y con una paciencia casi
misionera ante tanto periodista troglodita que no se preocupa por averiguar
nada y pregunta sandeces por décima vez o supone ser epidemiólogo cuando no
sabe ni pronunciar la palabra. Y ahí está, en la línea de fuego, buscando ser
empático pero firme, tolerante pero contundente, pese a que a veces la línea
gubernamental se pierda en el pantano de escapularios y abrazos a deshoras.
Entre otras cosas, ha logrado que el presidente no sea el vocero oficial, algo
que AMLO estaba haciendo francamente mal.
Dejémoslo trabajar y, sobre todo, obedezcamos la estrategia
(Señor Presidente, Usted también hágale caso). No esperemos errores para gritar
“se los dije” como si en eso obtuviéramos algo, cuando si algo falla perdemos
todos; no supongamos cosas que no son, pues él ya nos avisó que los siguientes
meses vienen duros, que vendrán muchas muertes (hace unos días dijo que el
escenario más complejo podría ser de 6,000, aunque las últimas tendencias en el
mundo hacen inferir que en este país podríamos superar las 13,000 víctimas); ya
nos dijo que el 75% de la población estará infectada; ya nos aclaró tanto como
es posible, haciéndonos corresponsables de diluir el contagio en el tiempo. Yo
creo que en este puesto tenemos a la persona adecuada.
Y López-Gatell no es perfecto y tampoco resolverá todo, no es
su trabajo. Otros tienen que definir apoyos económicos y ajustes
presupuestarios; otros tendrán que equipar los hospitales; otros deberán buscar
incentivos fiscales o programas para apoyar a quienes no pueden irse a casa sin
comer; otros tendrán que reducir labores en sus empresas; otros tendremos que
quedarnos en casa, pero esa no es responsabilidad del doctor que cada mañana y
cada tarde busca comprometernos sin fatalismos, busca hacer entender a esta
población que casi nunca quiere entender nada, de que nos toca participar y los
aciertos o errores son compartidos. El virus es nuestro, las respuestas
también.
Además de ser entrenadores, chamanes, expertos en
aeropuertos, técnicos en refinerías, consultores matrimoniales, descubridores
de dónde está la mamá de Luis Miguel, no supongamos que también somos
epidemiólogos. Obedezcamos. Por un momento, reduzcamos los ataques partidistas,
vivamos entendiendo que el gobierno que tenemos ya lo tenemos y no es el
momento de echarle más vinagre a las heridas. Si les gusta AMLO, perfecto; si
no les gusta, tráguense un poco el odio, hoy nos toca a todos hacerle caso a
López-Gatell, quien me parece un personaje fundamental. Ya luego seguimos
haciéndonos pedazos.
Luis Jorge Arnau Ávila.



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